El sistema falla… ¿pero tú estás haciendo lo correcto?.
Vivimos tiempos donde parece que todo se desmorona:
la seguridad, la ética, el trabajo bien hecho.
Y es fácil mirar afuera y culpar al sistema.
Pero, ¿qué hay de lo que tú puedes cambiar?
Una reflexión directa, incómoda y necesaria.
Porque si quieres transformar tu marca, primero transforma tu forma de estar en el mundo.
Una sobremesa cualquiera… hasta que deja de serlo
Todo empezó en una comida con clientes.
Una sobremesa de esas en las que se habla de todo.
Y salió una historia real, reciente, cruda:
Una señora mayor, asaltada en plena carretera a plena luz del día.
Un hombre hecho y derecho le arrebata el bolso.
Dos chicos corren tras él. Lo detienen. Le devuelven las cosas.
La policía llega. Pero la pregunta queda:
¿Cuántas personas más sufren en silencio mientras el resto mira?
El sistema nos falla. Eso no es nuevo.
Hablamos de inseguridad, de impunidad.
De personas que no hacen su trabajo.
De políticos que no cumplen.
De profesionales que solo quieren cobrar, no aportar.
De cómo cada vez cuesta más confiar.
Y no es una percepción aislada.
Es una sensación colectiva: el sistema se cae a pedazos.
Pero, ¿y si dejamos de señalar afuera?
¿Qué pasaría si, en lugar de enfocar todo lo que va mal ahí fuera,
nos ocupáramos de hacerlo mejor nosotros?
No podemos cambiar la política.
Ni la economía global.
Ni el caos que a veces nos rodea.
Pero sí podemos elegir:
Cómo tratamos a nuestros clientes.
Cómo cumplimos lo que prometemos.
Cómo respondemos, cómo servimos, cómo nos presentamos.
Cambiar tu mundo empieza por ti
Sí, el sistema es hostil.
Pero tú no tienes por qué serlo.
Tu marca, tu negocio, tu comunicación…
pueden ser una excepción a la regla.
Y cuando decides hacer bien tu trabajo,
no por obligación, sino por propósito,
estás cambiando algo más grande que tú:
el sistema más cercano.
Escucha el episodio completo
En este nuevo episodio del pódcast,
Laura Paradís comparte la historia,
la conversación, y la reflexión que cambió su mirada.
Una invitación a dejar de quejarnos
y empezar a actuar.
Porque el mundo no necesita más ruido.
Necesita personas —y marcas— que hagan las cosas bien.