Desigualdad de Recursos y Estructuras

Parece que quienes gobiernan nuestro país aún no tienen claro que un comercio local no es lo mismo que una gran empresa, una multinacional o incluso una mediana empresa. La diferencia es más que evidente, y radica en un aspecto básico y matemático: los recursos y estructuras de las grandes corporaciones no son equiparables a los de un pequeño negocio local. Mientras que las grandes empresas tienen la capacidad de generar facturaciones descomunales, el comercio local, con suerte, puede aspirar a sacar un sueldo digno para sus propietarios.

Altas Tasas de Cierre

La supervivencia del comercio local no es una tarea sencilla. De hecho, muchos negocios pequeños cierran sus puertas en el primer año de funcionamiento. Según datos de diversas asociaciones de comerciantes, aproximadamente el 75% de los nuevos comercios no llega a cumplir su primer aniversario. La cifra se torna aún más alarmante al considerar que, al cabo de cinco años, cerca del 84% de estos negocios han desaparecido. ¿Cuál es la razón de esta altísima tasa de mortalidad?

Competencia Desleal

Primero, la competencia desleal. Las grandes empresas pueden permitirse reducir precios hasta niveles que los pequeños comercios no pueden alcanzar sin comprometer su viabilidad. Esto se debe a que las grandes corporaciones gozan de economías de escala, lo que les permite adquirir productos a un coste mucho menor y, por ende, venderlos a precios más bajos. Un comercio local no tiene ese poder de negociación y, por lo tanto, sus márgenes de beneficio son mucho más estrechos.

Carga Fiscal y Costos Operativos

En segundo lugar, la carga fiscal y los costos operativos. Un pequeño comerciante debe enfrentarse a la misma carga impositiva que una gran empresa, pero sin los recursos ni los ingresos que esta última posee. Pagar los mismos impuestos y asumir los mismos gastos, desde alquileres hasta tarifas de servicios, merma significativamente su capacidad para mantener un margen razonable en sus ventas. Es una lucha constante por sobrevivir en un entorno que no está diseñado para favorecerlos.

Exceso de Burocracia

La burocracia es otro de los grandes obstáculos. La cantidad de trámites y requisitos administrativos que un pequeño empresario debe cumplir puede ser abrumadora. Estos procesos no solo consumen tiempo, sino que también generan costes adicionales que resultan difíciles de asumir para un comercio con ingresos limitados. En contraste, las grandes empresas cuentan con departamentos enteros dedicados exclusivamente a manejar estos asuntos.

Dificultades en el Acceso a Financiamiento

Además, la falta de acceso a financiamiento adecuado es una barrera constante. Mientras que las grandes empresas tienen acceso a líneas de crédito y financiamiento con tasas de interés favorables, los pequeños comercios a menudo se encuentran con dificultades para obtener préstamos. Cuando lo logran, las condiciones suelen ser desventajosas, lo que agrava aún más su situación financiera.

Cambio en los Hábitos de Consumo

Sin embargo, el comercio local no solo enfrenta desafíos económicos y administrativos. También se encuentra en una constante batalla por atraer y mantener a sus clientes. La globalización y la digitalización han cambiado los hábitos de consumo, con cada vez más personas optando por comprar en grandes cadenas o en línea, atraídas por la comodidad y, a menudo, por precios más bajos. Para un pequeño comerciante, competir contra estas tendencias implica un esfuerzo titánico.

Necesidad de Políticas de Apoyo

Es crucial que se implementen políticas que reconozcan y aborden estas desigualdades. La creación de incentivos fiscales, la reducción de cargas burocráticas y el acceso a financiamiento más asequible son medidas que podrían marcar la diferencia. Asimismo, fomentar campañas de concienciación sobre la importancia del comercio local puede ayudar a que más personas opten por comprar en estos establecimientos, entendiendo que con cada compra están apoyando a su comunidad.

Una Llamada a la Acción

El comercio local es el corazón de nuestras comunidades. No podemos permitir que siga latiendo con dificultad. Necesitamos un cambio estructural que lo apoye y lo proteja, garantizando que pueda no solo sobrevivir, sino prosperar. Es hora de que quienes toman las decisiones entiendan esta realidad y actúen en consecuencia. El futuro de nuestras ciudades y barrios depende de ello.